
Por: Orlando de la Rosa Jacobo
Lunes 14 de septiembre del 2009
11: 55 pm
Pétalos que caen al suelo simulando lágrimas de un amor desvanecido, de sueños olvidados, de causas perdidas; aunque de orgullo erecto, endeble de anhelo por una antigua quimera.
Desgastado, casi viejo y corroído, desdoblo aquellas estrujadas utopías que una vez fueron partitura de las sinfonías que solía tocar para ti. En ellas encuentro tu aroma, en blanco y negro tu sonrisa, aquella que lograba lo mejor de mí.
Lerdo en materia de amores, mondo en perfidia al besar, cauto, pero mordaz en la palabra, preocupado por la anatomía, mas no de la armonía, desato mi apetito hasta alcanzar las cornisas del suspiro, donde me pierdo y tiendo a delirar.
Hoy después de tanto tiempo mi memoria envejece, pero aún no relega el estigma de tus besos, mucho menos el de aquella bufanda inmaculada con la que tantas veces me rodeaste, en ocasiones para esconderte, otras escuetamente para bromear.
A ti que siempre te pienso, a quien nunca olvido, te escribo en clave Morse aquello que nunca dije.
Lunes 14 de septiembre del 2009
11: 55 pm
Pétalos que caen al suelo simulando lágrimas de un amor desvanecido, de sueños olvidados, de causas perdidas; aunque de orgullo erecto, endeble de anhelo por una antigua quimera.
Desgastado, casi viejo y corroído, desdoblo aquellas estrujadas utopías que una vez fueron partitura de las sinfonías que solía tocar para ti. En ellas encuentro tu aroma, en blanco y negro tu sonrisa, aquella que lograba lo mejor de mí.
Lerdo en materia de amores, mondo en perfidia al besar, cauto, pero mordaz en la palabra, preocupado por la anatomía, mas no de la armonía, desato mi apetito hasta alcanzar las cornisas del suspiro, donde me pierdo y tiendo a delirar.
Hoy después de tanto tiempo mi memoria envejece, pero aún no relega el estigma de tus besos, mucho menos el de aquella bufanda inmaculada con la que tantas veces me rodeaste, en ocasiones para esconderte, otras escuetamente para bromear.
A ti que siempre te pienso, a quien nunca olvido, te escribo en clave Morse aquello que nunca dije.