
Por: Orlando de la Rosa Jacobo
25 de marzo del 2013
5:55 pm
(VDG)
Aunque mucho aconteció, nada pasó.
El tic tac de mi reloj se hizo más lento, y al parecer se amplificó, mi hálito se
congeló, mi visión se oscureció, se hizo gris, por lo que no tardé en inferir
que de mis ojos una lágrima estaba por salir.
Excusas por demás, armaduras que
nunca faltan y mis ganas de no sentir; un aliento malnacido que me aparta de lo
que soy, todo aquello se esfumó en un suspiro azul, igual al de aquel blues que
un día escuché por ti.
Una copa impregnada de un brillo
labial que nunca llegué a probar, manchas rojo azul sobre mi asiento blanco que
siempre me recordarán que existes, que me obligarán a evocar aquellos crudos
sentimientos con los que una vez te sentí mía.
Notas intocables, acordes que
nunca formé, arpegios indescifrables a los que muy pronto me aferré. Pero el
sonido de un acordeón amarillo me
recordó que ya había estado aquí, por testarudo más que por suertudo, pero
intuí no ser feliz.
Al parecer no eras tú a quien
tantos versos escribí, por quien me hice ese loco sonador de quien siempre me
acusaste. Más no olvidaré mi promesa de no dejar de ser, mucho menos de sentir, y
es por ello que siempre aderezaré todo lo que soy con el color Negro Orlando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Aqui Puedes dejar tu comentario. Gracias por la Visita...!!!