
Por: Orlando de la Rosa Jacobo
15 de agosto del 2006
Como por una especie de parasitismo errático, los últimos días mi corazón ha presentado un tropismo por amores imposibles y que sólo conducen a la tristeza que desencadena una desilusión.
Tratar de buscar dentro de mí una posible razón, sería un completo absurdo, porque ya está por sentado que en el corazón no manda nadie.
¿Pero cómo sanar mis heridas si no en las copas? ¿Y como silencio el murmullo del corazón si no es cantando las melodías de la melancolía?
Pero la última es la que más ha dolido, porque pensé encontrar justo lo que me hacía falta. Pero no fue más que un sueño lo que vivió mi corazón por ser tan despistado.
Ahora en mi ritual nocturno alzo plegarias al cielo y recojo con mi pañuelo la amargura de no tenerte y la sensación de perderte sin haberte conocido.
Pero, continuaré con mi papel de peregrino, caminando por el mundo, contando la nuevas buenas de las maravillas del amor.
Y aunque ahora no te tenga, no pierdo la esperanza de que un día vengas a mis brazos pidiendo de mi abrigo. Para ese día estaré muy tranquilo.
Disfrutaré del regocijo que se siente ser amado. Y estaré siempre a tu lado, hasta que la muerte nos separe. Mas debo confesar que lo que siento es tan grande, que aunque la muerte nos separe no dejaré de quererte. Al contrario, se multiplicará mi querer y no habrá ningún amanecer que no quiera estar contigo.
15 de agosto del 2006
Como por una especie de parasitismo errático, los últimos días mi corazón ha presentado un tropismo por amores imposibles y que sólo conducen a la tristeza que desencadena una desilusión.
Tratar de buscar dentro de mí una posible razón, sería un completo absurdo, porque ya está por sentado que en el corazón no manda nadie.
¿Pero cómo sanar mis heridas si no en las copas? ¿Y como silencio el murmullo del corazón si no es cantando las melodías de la melancolía?
Pero la última es la que más ha dolido, porque pensé encontrar justo lo que me hacía falta. Pero no fue más que un sueño lo que vivió mi corazón por ser tan despistado.
Ahora en mi ritual nocturno alzo plegarias al cielo y recojo con mi pañuelo la amargura de no tenerte y la sensación de perderte sin haberte conocido.
Pero, continuaré con mi papel de peregrino, caminando por el mundo, contando la nuevas buenas de las maravillas del amor.
Y aunque ahora no te tenga, no pierdo la esperanza de que un día vengas a mis brazos pidiendo de mi abrigo. Para ese día estaré muy tranquilo.
Disfrutaré del regocijo que se siente ser amado. Y estaré siempre a tu lado, hasta que la muerte nos separe. Mas debo confesar que lo que siento es tan grande, que aunque la muerte nos separe no dejaré de quererte. Al contrario, se multiplicará mi querer y no habrá ningún amanecer que no quiera estar contigo.
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