Por: Orlando de la Rosa Jacobo
14 de diciembre del 2007
2:29 am
Deudo de amores marchitos, exánime yacía mi alma sobre un cajón de penas cercado de cirios encendidos como símbolo de esperanza, quimera inabordable de volver a ser feliz.
Siete pies bajo tierra, hundido en el lodo del olvido, emaciado, privado de luz, con la esencia fermentada, en perfecto estado de putrefacción, mas con el espíritu indemne.
Tras anidar largo periodo en aquel inhóspito sepulcro, imbuido en aquella profecía en las que un día divagué, renuncié a mi disipado cuerpo y corrí tras de ti.
Eureka! Eureka! Aquello fue como un milagro en el que se consintió hasta el más tonto de mis caprichos. Magia sutil cubierta de ternura en caparazón de coraje y valentía.
Se ha cumplido la profecía, mi más legítima realidad; has colmado de ti mi cofre de utopías y sobre un manto de estrellas entre calles de arcoiris me invitas a volar.
Vives dentro de mi y jamás te dejaré escapar, seré siervo de ti, tributario de tus antojos; será mi misión el hacerte feliz aun a costa de gran esfuerzo, serás mi bendición.
Ahora eres dueña del tiempo y lo has manipulado a tu antojo, no sé si es ayer, mañana o simplemente una ilusión, pero trato de no pensar en ello y vivir mi Profecia.
14 de diciembre del 2007
2:29 am
Deudo de amores marchitos, exánime yacía mi alma sobre un cajón de penas cercado de cirios encendidos como símbolo de esperanza, quimera inabordable de volver a ser feliz.
Siete pies bajo tierra, hundido en el lodo del olvido, emaciado, privado de luz, con la esencia fermentada, en perfecto estado de putrefacción, mas con el espíritu indemne.
Tras anidar largo periodo en aquel inhóspito sepulcro, imbuido en aquella profecía en las que un día divagué, renuncié a mi disipado cuerpo y corrí tras de ti.
Eureka! Eureka! Aquello fue como un milagro en el que se consintió hasta el más tonto de mis caprichos. Magia sutil cubierta de ternura en caparazón de coraje y valentía.
Se ha cumplido la profecía, mi más legítima realidad; has colmado de ti mi cofre de utopías y sobre un manto de estrellas entre calles de arcoiris me invitas a volar.
Vives dentro de mi y jamás te dejaré escapar, seré siervo de ti, tributario de tus antojos; será mi misión el hacerte feliz aun a costa de gran esfuerzo, serás mi bendición.
Ahora eres dueña del tiempo y lo has manipulado a tu antojo, no sé si es ayer, mañana o simplemente una ilusión, pero trato de no pensar en ello y vivir mi Profecia.
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