Por: Orlando de la Rosa Jacobo
9:20 pm 24/09/2006
…y disfrazada de sorpresa en aquel bar de madera, con tu peluca de dulzura y tu sonrisa de caramelo, le regalaste a mi alma una razón suficiente para convertir mi caja torácica en una buena fiesta.
No quiero verte moradito me dijiste aquella tarde, cuando mis culpas descansaban sobre lecho de lo había sido hasta la madrugada de ese mismo día; me equivoqué y pensé que no eras para mi.
Tan despistado como siempre, ahogado en mi necesidad de amar, pero recordando de alguna forma esos tropezones que han llenado de llagas a mis pies, te confundí y pensé que no éramos iguales.
Fatal error; tan formal como una entrevista en el consulado americano y tan arriesgada como un viaje a tu tierra, sin documentos valederos, naufragué sobre una balsa con sueños impregnados en madera.
Tratando de acoplarme al compás y melodía de aquella canción que creí tan tuya, me perdí en el horizonte de la libertad y el desprendimiento, e intenté no hacer nudos entre nuestros corazones, que al parecer era lo que ambos deseábamos, pero ninguno tan valiente como para reconocerlo.
Escribo estas líneas mientras mis sentidos ansiosos te buscan en un sonido: “Ring, Ring”, pero nunca llamas. Sin tenerte te pierdo; eres lo que buscaba y pensé que no eras para mi.
Hoy te escurres entre mis dedos, te vas de mis brazos y de nuevo debo explicar a mi corazón que tiene que acostumbrarse una vez más a estar vacío; Esa es la historia de mi vida … “ Siempre intentar hacer las cosas bien, darme cuenta de que no funciona, cambiar de estrategia y luego darme cuenta de que estoy más equivocado: Ensayo y error…”
martes, 21 de abril de 2009
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